Por Bernardo Rodríguez Vidal
Es tanto lo que se dice sobre la Inteligencia Artificial (IA) que diversos sectores empiezan a entrar en las conversaciones e intercambios del área. Los empresarios, académicos, gobiernos, partidos, entre otros grupos, discuten cómo aprovechar la inteligencia artificial.
He planteado en otros momentos ideas para avanzar en el contexto de la IA. Dejé algunos puntos por tratar y, en esta oportunidad, quiero precisarlos. Por ejemplo, hay que explicar que la IA va más allá de lo tecnológico y que, en el fondo, es un asunto geopolítico, de soberanía tecnológica, económica y política de los pueblos.
Estados Unidos y otras potencias dominan las plataformas que son el sostén de la inteligencia artificial. Los datos que se suben a las nubes son controlados, mayormente, por empresas estadounidenses (Google, Microsoft y las demás que conocemos).
El imperialismo ha concentrado el poder de la IA para hacernos dependiente de ellos. Los pueblos deben empezar a luchar por un equilibrio del uso de los datos que nos pertenecen. Todo lo que las naciones han producido: sus historias, descubrimientos científicos, aportes, entre otros.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), empezó a plantear que “lo que se haga desde la IA tiene que ser para el bien común y soportarse en principios éticos que no dañen a nadie”.
Los imperialistas no están muy de acuerdo en comprometerse con esas ideas que les atan de las manos, sobre todo como las planteadas en la UNESCO por países que empiezan a ver a la IA como herramienta tecnológica de dominio.
Los revolucionarios del mundo tienen que luchar porque el uso de la IA sea ético. Exigir desde las organizaciones de la sociedad civil y movimientos la realización de auditorías de los modelos de algoritmos existentes, para de esa manera demandar que sean analizados e identificar los designios que hay detrás.
Empezar a luchar por un marco legal global que permitan a los países estar bajo una misma sombrilla y actuar éticamente apegados a los principios definidos por los organismos internacionales. Allí donde estemos, y se discutan estos temas, hay que exigir cuidar nuestros datos, talentos e identidad cultural.
Oponerse a los planes de capitalización de las potencias que buscan robarse los talentos de los países tercermundistas y subdesarrollados. Personal que luego es usado por Estados Unidos con fines de estancar tecnológicamente a los pueblos y generar riquezas y poder desde la IA. Detener el avance tecnológico de los pueblos es hacerlos más dependientes de ellos.
Cuidar los datos propios antes de que esos países dominantes los tomen de las nubes y los sirvan para sus intereses. Luchar por la soberanía tecnológica y la instalación de nubes públicas y propias para el progreso de las naciones impedidas de desarrollo.
Los Estados Unidos podrán ser dueños de los algoritmos, de las grandes transnacionales y las plataformas tecnológicas. Pero ellos no son dueños de los datos producidos históricamente por los países y ciudadanos. Ahí deberá concentrarse la lucha.
Es importante conocer el proyecto que promueven la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), un proyecto que está creando un centro de innovación y desarrollo en inteligencia artificial y tecnologías libres.
El ALBA enfatiza con ese proyecto la innovación e investigación para la conformación de un banco de proyectos de los pueblos del Alba y un mecanismo de interacción internacional para tener una plataforma de desarrollo tecnológico compartido en Latinoamérica y el Caribe.